Este capítulo narra un episodio de lluvias
incesantes que destrozan todo lo que se encuentran a su paso (campamentos,
campos, coches…) y dejan a las familias pobres destrozadas, sin nada y sin
trabajo, lo cual les conduce a empezar a robar para poder sobrevivir y a
cambiar su miedo y frustraciones por ira para seguir luchando.
“Y en las pequeñas poblaciones la lástima por los hombres empapados se transformó en furia y la furia en miedo de la gente hambrienta… Los hombres llenaban los callejones de detrás de las tiendas suplicando que les dieran pan, verduras podridas, robando si podían.” [p. 652]
“ Acurrucados en cobertizos, yaciendo en heno mojado, el hambre y el miedo fermentaron en furia. Entonces los chicos salieron no a pedir, sino a robar, y los hombres salieron débilmente a intentar robar.” [p. 653]
“Las mujeres miraron a los hombres, los miraron para ver si al fin se derrumbarían. Las mujeres permanecieron calladas, de pie, mirando. Y en donde un grupo de hombres se juntaba, el miedo dejaba sus rostros y la furia ocupaba su lugar. Y las mujeres suspiraron de alivio porque sabían que todo iba bien, que esta vez tampoco se irían abajo; y que nunca lo harían en tanto que el miedo pudiera transformarse en ira.” [p. 653 – 654]
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